El Papa Francisco hizo una emotiva y sorpresiva aparición en la Plaza de San Pedro durante una Misa Jubilar dedicada a los enfermos y trabajadores de la salud, marcando su primer acto público desde que fue dado de alta tras una severa neumonía. El Pontífice, visiblemente emocionado, fue trasladado en silla de ruedas hasta el altar, donde saludó y bendijo a los fieles que lo recibieron entre aplausos y vítores.
Aunque llevaba tubos nasales para oxígeno suplementario y sus movimientos seguían siendo limitados, el Papa se mostró animado y agradecido. A través de la homilía, leída por el arzobispo Rino Fisichella, expresó su cercanía con quienes enfrentan la enfermedad, afirmando que esta etapa de su vida lo ha enseñado a amar y dejarse amar, confiando en el cuidado de otros y en el porvenir.
Francisco también envió un mensaje contundente contra la exclusión de los más frágiles, señalando que el dolor no debe apartarse de nuestras vidas, sino ser una oportunidad para crecer juntos y fortalecer la esperanza. Además, ofreció oraciones por los trabajadores de la salud, reconociendo su labor en condiciones difíciles y a veces peligrosas.
La inesperada presencia del Pontífice conmovió profundamente a los fieles presentes, quienes lo describieron como un “regalo” y una “bendición”. La aparición del Papa refuerza su mensaje de humanidad y solidaridad, justo cuando comienza un periodo de descanso médico que se extenderá por al menos dos meses, en preparación para el Año Santo que traerá millones de peregrinos a Roma.
