El papa Francisco, fallecido a los 88 años, deja como parte de su legado una Iglesia católica más diversa y representativa del mundo, alejándose del dominio europeo en la toma de decisiones clave. Uno de los reflejos más claros de esta transformación será el próximo cónclave, en el que participarán 135 cardenales menores de 80 años —el máximo permitido según las normas es de 120—, 80% de ellos nombrados por Jorge Mario Bergoglio durante su pontificado.
Aunque esta mayoría no garantiza que su sucesor siga el camino reformista, sí confirma que el Papa argentino promovió una mirada más global al nombrar purpurados de países que históricamente no habían estado representados en la Capilla Sixtina, como Mongolia, Tonga, Irán, Argelia, Lesoto, Albania o Timor Oriental. Esta apertura refleja su insistencia en que la Iglesia no debe estar centrada en Europa, sino abrazar todas las culturas.
El colegio cardenalicio actual cuenta con 252 miembros, 135 con derecho a voto. La representación europea sigue siendo la mayor, con 55 electores, aunque con una tendencia a la baja. En 2013, por ejemplo, Italia tenía 28 votantes; hoy serán solo 18. En contraste, América Latina ha ganado peso con 24 cardenales votantes, entre ellos siete brasileños, cuatro argentinos, dos chilenos y representantes de México, Cuba, Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.
España, aunque es el tercer país con más cardenales (13 en total), contará con solo seis electores por cuestiones de edad. Entre ellos figuran Juan José Omella (Barcelona), Carlos Osoro (Madrid), José Cobo (Madrid), Ángel Fernández Artime (Dicasterio de la Vida Consagrada) y Fernando Vérgez (ex presidente de la Gobernación vaticana). También destaca Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia.
El próximo cónclave será el más nutrido de la historia y decidirá el rumbo de la Iglesia tras un papado que buscó reconciliar la tradición con la inclusión, y que colocó en el centro de la agenda pastoral a los más alejados, pobres y olvidados.