El mundo despidió este sábado al Papa Francisco, “el Papa de los marginados”, en una emotiva ceremonia en la Plaza de San Pedro, donde miles de fieles y líderes mundiales reconocieron su incansable labor en favor de los más vulnerables.
Durante la homilía, el Cardenal decano Giovanni Battista Re resaltó el legado de Francisco, recordándolo como “un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto hacia todos”, que dedicó su pontificado a los migrantes, refugiados y marginados del mundo. Sus palabras resonaron especialmente fuerte ante la presencia de Donald Trump, uno de los principales blancos de las críticas del Pontífice.
Semanas antes de su muerte, Francisco había condenado enérgicamente las políticas de expulsión de migrantes impulsadas por la administración estadounidense. Sin embargo, en un gesto de respeto, Trump calificó al Papa como “un hombre fantástico” que “amaba al mundo”, a pesar de sus evidentes diferencias.
La firme defensa de Francisco de los derechos de los migrantes lo llevó a enfrentarse, sin titubeos, a líderes mundiales, siempre del lado de los más vulnerables. Su compromiso fue aplaudido en la Plaza, donde los asistentes reconocieron su valentía para alzar la voz en tiempos de indiferencia.
En su homilía, el Cardenal Re también recordó el llamado incesante del Papa por la paz, especialmente ante la guerra entre Rusia y Ucrania. Su mensaje de diálogo y reconciliación fue evocado mientras, en un hecho simbólico, Trump y el presidente ucraniano Volodimir Zelenski coincidían en la Basílica de San Pedro tras meses de tensiones.
Francisco partió dejando un legado de compasión, justicia y coraje frente al poder, sembrando esperanza entre los olvidados del mundo.